Caminaba por el árido desierto sintiendo la leve y seca brisa que golpeaba mi fría piel. Pronto amanecería y no quería estar afuera por las dudas, no es que en el desierto fuera a haber mucha gente, pero no correría el riesgo de tener que matar a alguien innecesariamente.
Me adentré en la pirámide un poco mas relajada y seguí rápido hacia adentro. No había rastros de NADIE literalmente, hasta que unos muchos metros para adentro encontré la esencia de Tia.
-Buenos días, Tía. ¡Qué raro que no estés con Benjamín! Creí que había salido a cazar y supuse que fue contigo.-comenté al encontrarla mientras me acomodaba el pelo y me aseguraba de llevar la cabeza en alto, como siempre.